La actividad urbana-inmobiliaria, en sus términos más amplios, integra la cadena de valor completa responsable de articular la producción y gestión de los escenarios de la vida, del hábitat.
Cada una de sus acciones produce un impacto socio-espacial intenso y duradero en su entorno, lo que coloca naturalmente a los actores del sector como agentes de cambio.